“EL DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS”
2ª parte
¿Es una invención católica el orar por los fieles difuntos?
Como muchas veces hemos escuchado decir a algunas personas, o lo podemos encontrar en algún lugar dentro de la Sagrada Escritura?
Si leemos en el Antiguo Testamento las primeras noticias sobre las oraciones y los sufragios por los muertos lo encontramos en el Libro de Los Macabeos, donde leemos que:
“Si el no hubiera creído en la resurrección de los soldados muertes, hubiera sido inútil e innecesario orar por ello, Pero como tenía en cuenta que a los que morían piadosamente los aguardaba una gran recompensa, su intención era santa y piadosa, Por eso hizo ofrecer este sacrificio por los muertos, para que Dios les perdonara sus pecados”. (2 Macabeos 7, 9 al 14, 23).-
Pero no solo allí lo encontramos sobre las oraciones por los muertos, porque en el Nuevo Testamento podemos encontrar momentos en que Jesús ora por los muertos y les ordena que vuelvan a la vida, como por ejemplo:
1. La viuda de Naim San Lucas 7, 12
2. La hija de Jairo San Marcos 5, del 22 al 42
3. La resurrección de Lázaro San Juan 11, 43
En estas tres ocasiones vemos como Jesús ora por un muerto para que recobre la vida terrena, y todos vuelven a la vida, entonces si Jesús ora por los muertos, es nuestro deber el que le pidamos a Jesús que les de la Vida Eterna a nuestros fieles difuntos a través de la oración.
Todos deseamos que nuestros fieles difuntos estén ya en la presencia de Dios, gozando de El, pero no tenemos la certeza completa de que alcanzaron la santidad acá en la tierra, porque recordemos que como podemos leer en el libro del Apocalipsis 21,28 leemos que NADA MANCHADO ENTRA AL CIELO.
En la Tradición y el Magisterio de la Iglesia nos enseña por ejemplo:
1. San Juan Crisóstomo en el año 407 escribió: Ayudémosles y recordémosles (a los difuntos). Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre, ¿Por qué habríamos de dudar que nuestros sufragios por los muertos, les traen alguna consolación?
2. San Ambrosio sobre el difunto decía, más que llorar, hay que ayudarla con las oraciones, no las entristezcas con tus lágrimas, sino encomienda, más bien a Dios con oblaciones, su alma.
3. San Agustín en el año 431 escribió sobre la certeza del purgatorio.
En el libro de Isaías 6,7 leemos que un ángel lleva un carbón encendido que le purifica los labios para poder estar en la presencia del Señor, el purgatorio es ese carbón encendido, por medio del cual la misericordia de Dios nos purifica para que podamos ser aceptados en su presencia.
El purgatorio es un estado en el cual aquellos que han estado en amistad con Dios, pero aunque están seguros de la salvación eterna, necesitan aún de una purificación para entrar en la eterna bienaventuranza.
El teólogo Esteban Betancourt nos dice que el purgatorio seria una concesión de la misericordia divina que no quiere condenar a nadie que lo ama, pero que no puede recibir en su Santísima presencia ninguna sombra de pecado. El purgatorio es un estado, no es una venganza de Dios sino es una muestra de su misericordia de que desea que todos estemos con El, porque nos da una oportunidad para purificarnos. Porque recordemos que como dice en el libro del Apocalipsis 21,28 NADA MANCHADO ENTRA AL CIELO.
Así que no nos olvidemos en esta celebración de los fieles difuntos como decía San Juan Crisóstomo nuestros sufragios por los muertos, les traen alguna consolación.
Dr. Néstor Emilio Alvarado López, OP
Santo Domingo de Cobán, 27 de Octubre de 2010.-