“Jesús nos manda a ser perfectos como su Padre Celestial”

Publicado en por Fraternidad Laical Dominicos San Vicente Ferrer

A la luz del santo evangelio según San Mateo (5, 38-48)

 

SEPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

     A comienzos del presente año leí en The New York Times un artículo de Rachel K. Ward (escritora e instructora en la Universidad de Nueva York, en París) intitulado “Cuando el lujo es una virtud”. En uno de los conceptos difundidos por la  mencionada escritora dice que la palabra lujo tiene su origen en la palabra latina “luxuria” que significa “algo extra en la vida”  obviamente refiriéndose a calidad no a cantidad y que el mismo no debería ser considerado como una rareza a la cual aspirar, sino una práctica cotidiana de integridad que marca la pauta; también expresa que si continuamos elevando las expectativas de calidad y disponibilidad, tal vez ya no veamos el lujo como un mal del exceso sino como un bien necesario para todos.

 

     En el evangelio de este domingo Jesús nos está pidiendo “algo extra”, un plus valor para darle sentido a todo lo que hagamos, para que todo lo que digamos y hagamos sea de la más alta calidad, que perdure siempre, que aguante el paso del tiempo, que sea ascético,  en otras palabras nos está pidiendo que seamos discípulos “de lujo”, al anteponer en todos nuestros actos  “algo extra en la vida”, en virtud que si sólo  hacemos  lo que nos pidieron seremos semejantes al simple sirviente que sólo cumplió con su deber (Lc 17, 7-10). De lo anterior describo que todo lo que hagamos en la vida debe ser extraordinario y la forma de hacer algo  extraordinario es poniéndole a todas las cosas ordinarias que hagamos algo extra convirtiéndose así en  extraordinarias, es decir de lujo. Precisamente eso nos pide Jesús en ésta parte del evangelio cuando nos dice que si alguien nos quiere quitar la túnica, cedámosle también el manto, si alguien nos obliga a caminar mil pasos en su servicio, que le demos una ganancia de mil y caminemos dos mil, a amar sin medida incluso a nuestro enemigo, al que nos pida darle y al que nos pida prestado que no le volvamos la espalda. ¿Acaso de todas estas acciones no se deriva algo extra de lo que estamos acostumbrados a dar? ¿Acaso no estamos haciendo las cosas ordinarias extraordinarias? ¿Acaso no seríamos cristianos “de lujo” dando siempre “algo extra en la vida”? Esa es la oferta en que se inscriben estas palabras: Hacer las cosas ordinarias, extraordinarias.

 

     Desde hace mucho tiempo las empresas han incluido dentro de su cultura organizacional el lema “caminar la milla extra” cuya inspiración originaria proviene de este petitorio que  Jesús plantea en ésta parte del evangelio  y metafóricamente hablando lo que realmente están pidiendo es que el empleado de un poco más  de sí, que haga un poco más de lo que está acostumbrado a hacer, que no haga solo lo que le dijeron, que se esfuerce un poco más pero no en términos de cantidad solamente sino de calidad; pareciera ser que se pretende explotar al trabajador pero  este incentivo ha encontrado adeptos en las empresas cuyo personal devenga su remuneración por concepto de comisiones, en las empresas de ventas de bienes y servicios,  inclusive no pocas personas le atribuyen  resultados mágicos catalogándolo como un maravilloso secreto pero es obvio suponer que si cualquier cosa que hagamos la hacemos con dedicación y esmero y le anteponemos algo extra,  los resultados tienen que ser diferentes   y es una ley universal que funcionará en todas las tareas que hagamos en la vida, ya sea si la ponemos en práctica en el trabajo, en el hogar, en los servicios a la iglesia y al prójimo; pero al caminar los mil pasos extra o la milla extra siempre nos traerá sorprendentes resultados, ya sean estos materiales o espirituales.

 

     Por último nos pide hacer lo más extraordinario que jamás escuche: “Ser perfectos como su Padre Celestial es perfecto”. En el diccionario teológico del Nuevo Testamento se encuentra que la palabra perfecto expresa a su manera y con un matiz propio una conducta correcta y adecuada o una situación correspondiente a ella. En consonancia el diccionario de la Real Academia Española nos dice lo mismo, en contraposición revela una conducta inapropiada, incorrecta. ¡Tremenda cosa nos pide el Señor! Porque la naturaleza de Dios es la perfección mientras que la nuestra es todo lo contrario; pero con la ayuda del Espíritu Santo lo que nos parece imposible todo es posible, tan solo dejémonos envolver en su misterio para empezar a hacer todas las cosas ordinarias, extraordinarias, a fin de que empecemos a ser y a hacer cristianos de lujo dando siempre “algo extra en la vida”. Que así sea.-

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José Luis Riveiro Fernández, O.P.

Santo Domingo de Cobán, 18 de Febrero de 2011

 

    

 

     

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