“EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO”
Solemnidad
A la luz del libro del Deuteronomio (8, 2-3. 14-16); 1ª Cor (10, 16-17) y San Juan (6, 51-69).-
El día de hoy la Iglesia Católica celebró en todo el mundo la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Desde la parroquia más remota y humilde hasta el Vaticano, todos unidos en un mismo sentir, en la única verdad, en una sola fe, en la esperanza y en el amor acogimos con júbilo esta fiesta grande que nos invitó a la conversión.
La Parroquia de San Martín de Porres, enclavada en el corazón de Cobán; tierra evangelizada por frailes dominicos, no se quedó atrás, y, “sin prisa pero sin pausa” celebró Corpus Christi para honrar el Cuerpo del Señor presente en la Eucaristía con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su Divinidad, verdadero Dios y verdadero Hombre (numeral 282 del Catecismo de la Iglesia Calica) para recorrer algunas calles y avenidas del casco urbano, para luego regresar al antiguo templo en donde permanece expuesto para todos aquellos que le quieran visitar.
Pero, para comprender este sagrado misterio debemos remontarnos al pasado, concretamente partiendo de la pascua judía. Mc (14, 1-2. 12-16. 22-24); en donde podemos apreciar que todos los años los judíos se reunían para celebrar la pascua, pascua quiere decir “paso” y es lo que ellos celebraban: El paso de la esclavitud a la libertad, en vista que 1, 400 años antes de Jesús sus antepasados vivieron esclavos en Egipto y Dios los liberó de esa amarga servidumbre, pero en su travesía por el desierto lleno de alacranes y serpientes durante 40 años ellos fueron afligidos y puestos a prueba, pasando sed y hambre y Dios los alimentó con el maná que cayó del cielo y agua que hizo brotar de la dura roca. Podemos observar como la Eucaristía deriva sus raíces de un acontecimiento del pasado, de la fiesta judía de la pascua, cuyo rito Jesús sustituye por uno nuevo: La Nueva Alianza, pero ya no con sangre de animales sino con la suya. Hb (9, 12) porque Él es el verdadero cordero de Dios que quita el pecado del mundo, el pan es ahora su propio cuerpo:“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”. El Señor utiliza las especies tan humildes del pan y del vino, que era la dieta de los pueblos mediterráneos, con sabor a humus de la tierra, a sol, nubes y montaña.
Al igual que los judíos en su travesía por el desierto árido, habitado por toda clase de alimañas, sedientos y hambrientos, hoy muchos de nosotros atravesamos tambien un desierto; dadas las circunstancias adversas que nos toca vivir, pero a diferencia de aquellos tiempos este desierto por el que transitamos muchos está plagado de otra clase de alimañas más ponzoñosas que las de aquel tiempo, que ni siquiera viene al caso mencionar porque esta es una fiesta de vida y no de muerte, beneficios que Cristo nos ofrece con esta nueva alianza: El paso de la muerte a la vida, de la esclavitud de los vicios, el pecado y la maldad y tambien porqué no decirlo, de la esclavitud social, política y económica, de falsas ideológicas, así como de sistemas económicos neoliberales que van en menoscabo del ser humano.
El apóstol San Pablo en su primera carta a los corintios nos expresa: “Esa copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Uno es el pan y por eso formamos un solo cuerpo, porque participamos todos del mismo pan” 1ª Cor (10, 16-17) pero hoy al igual que ayer, muchos deforman el cuerpo del Señor con sus actitudes sectarias y divisorias, costumbre que se da sin excepción, incluso en algunos grupos de la misma iglesia, cuando la participación de algunos dirigentes y miembros de los mismos solo obedece á interés mezquinos o a promoción personal, permitiendo injusticias en contra de otro hermano.-
Asimismo muchos hoy, como en aquel tiempo se volvieron atrás y ya no andaban con él Jn (6, 66). Tristemente se vuelven a cumplir estas palabras, porque muchos de los que estaban presentes son miembros de algún grupo eclesial que tan sólo llegaron a cumplir con el servicio que les fue asignado y después desaparecieron como por arte de magia, otros tantos utilizaron el momento para socializar, ensimismados en sus tertulias, viendo qué zapatos y qué vestido llevaba la hermana, en el peor de los casos otros vieron ¡Como estaba la hermana! Alejados del Cuerpo de Cristo y de cada estación en donde se hizo una reflexión de su palabra. Fue notable también que en la Eucaristía previa a la procesión el templo se encontraba lleno, pero en el acompañamiento del Cuerpo del Señor por las calles y avenidas de Cobán, fueron relativamente pocos los que siguieron los pasos del Maestro.
Hoy Jesús volvió a preguntarnos: ¿También ustedes quieren marcharse? Pero fueron pocos los que respondieron igual que Simón Pedro: Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. Jn (6, 67-69).
Sirva pues esta reflexión no para entrar en discordias sino para hacernos una corrección fraterna, incluyendo al signatario, sin duda alguna el más necesitado de la misma.
José Luis Riveiro Fernández, OP
Santo Domingo de Cobán, 26 de junio de 2011.-