“ITINERARIO DE JESUS DEL PRETORIO ROMANO HACIA EL GOLGOTA”
Siguiendo las Huellas del Maestro
Estimados hermanos:
Quiero agradecer de todo corazón esta invitación para venir ante ustedes para hacer esta reflexión en torno al Vía Crucis de nuestro Señor Jesucristo y he visto con especial atención el recorrido que ustedes han hecho para conmemorar y vivir todo lo que Jesús llevo a cabo en su itinerario, en cuyo recorrido El predicó tanto en su decir como en su actuar, desde el “lavatorio de las manos de Pilato,” llamado el pretorio romano hasta el lugar llamado de la calavera, Gólgota en hebreo.
Durante su ministerio Jesús fue un predicador itinerante, unos días lo vemos en Nazaret, otros en Genesaret, otros en Galilea, Cafarnaúm, Caná de Galilea, en el mar de Tiberíades, del otro lado del lago, en el lago, entre otros tantos lugares que Jesús recorrió; para llevar la buena noticia a todos sus hermanos y darles a conocer el reino de su Padre. Durante ese ministerio curó enfermos, hizo caminar cojos y paralíticos, resucitó muertos, a los ciegos les devolvió la vista, a los sordos el oído, saco demonios, hizo callar al mar, convirtió el agua en vino y multiplico los panes y los peces. Todo lo hizo bien. (Mc 7,37). Ese fue su modo particular de predicar la buena noticia.-
En su corto itinerario del pretorio romano hacia el Gólgota predica de otro modo no detrás de un púlpito y dentro de una sinagoga, sino al aire libre, con una pesada cruz sobre sus hombros y una corona de espinas en la cabeza; mientras los soldados romanos le daban de latigazos y traspiés; “los sepulcros blanqueados” sin duda alguna, se felicitaban entre sí, por haberse quitado “su cruz” de encima. Sin embargo, Aún así Jesús predicó por el camino.
¡Crucifícalo, crucifícalo! Fueron las palabras de los sumos sacerdotes y los policías del templo cuando vieron a Jesús junto a Pilato, el primero coronado de espinas y con un viejo mando rojo en las espaldas contrasta con las vestiduras del pretor romano, quien en actitud de suma cobardía lo entrega para ser crucificado, Jesús no se acobarda ante esa decisión, y es la actitud que debemos de asumir nosotros ahora que estamos siendo crucificados por la situación política, económica y social que estamos viviendo todos los días en el país. Estamos siendo “coronados de espinas” cuando el gobierno despilfarra a manos llenas el dinero de la nación y nos están obligando a ponerle a nuestros hijos un viejo manto en las espaldas ante la carestía de la vida y por tanto impuesto que quieren incrementar.
Esa es la cruz que debemos cargar todos los días los guatemaltecos y al igual que Jesús debemos cumplir con la misión a la cual nos debemos desde nuestros particulares empleos, para sacar a nuestros hijos, a nuestras familias y a la nación adelante. ¡Aunque nos estén clavando! Es una cruz demasiado pesada, pero aún así sigamos caminando; sabiendo que por el mismo peso de “esa cruz” en más de una oportunidad caeremos también nosotros por el peso de la misma, no una, sino dos o tal ves tres, como cayó Jesús; sin embargo, levantémonos, tomemos nuestra cruz y sigamos adelante. Recordemos que “una de las mas grandes glorias del ser humano no reside en no caer nunca, sino en levantarse cada vez que se cae.”
La ingobernabilidad que se vive en el país es también parte del peso de nuestra cruz; durante cinco largos años he visto a mi madre llorar la muerte de un hijo cobardemente asesinado, como sin duda alguna lo hacen todas las madres, las esposas y los hijos de los pilotos de buses, así como también las madres de todas aquellas mujeres que aparecen tiradas degolladas, baleadas, violadas y amarradas en ríos, caminos y barrancos. Y miles de madres más que en otras circunstancias han perdido a sus seres queridos.
¿Hasta cuando cesarán sus lamentos? En el camino hacia el calvario, Jesús se encuentra con su madre, cruzan las miradas, El la ve triste y afligida y ella lo ve sangrando, por la flagelación que fue objeto; mas tarde lo tendrá entre sus brazos sin vida, igual que todas aquellas madrecitas que tienen que reconocer y recoger a sus hijos en la morgue de algún hospital y llevarlos después a algún cementerio.
Por el peso de esa cruz, sin duda alguna, podríamos sucumbir por ella y no levantarnos nunca más; Jesús en su camino hacia el patíbulo se encontró con el cireneo, que fue obligado a ayudarle cargando el madero, aunque se muestre indiferente porque no tenia parte con El, pero aún así le ayuda por el camino.
¿Cuántas veces nosotros le hacemos de cireneo para ayudar a nuestro prójimo? Ayudándoles como varones que somos en cargar su cruz (Lc 23,26) ó en último caso aunque sea como Verónicas que ante la imposibilidad de cargar con ese peso pesado; al menos podamos limpiar o acariciar un rostro surcado de arrugas prematuras, causadas por el dolor y el sufrimiento que se vive en nuestro pueblo.
¿Cuántas lágrimas han derramado las mujeres en este vía crucis? Porque las pisadas del Maestro, en este itinerario eso causan. Despiertan sentimientos, provocan lamentos y convocan al arrepentimiento y al cambio de vida.
Si el evangelista San Lucas tuviera que describir lo dicho por Jesús en el camino de la cruz en este tiempo presente escribiría: “Mujeres de Guatemala, no lloren por mi, lloren mas bien por ustedes y por sus hijos. Porque llegará un día en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, los vientres que no concibieron, los pechos que no amamantaron! (Lc 23, 28-29).-
¿Acaso llorar no es lo que hacen las mujeres de este país desde hace mucho tiempo?
Llorando y gimiendo por la desaparición forzada de sus esposos é hijos durante el enfrentamiento armado interno. Gimiendo y llorando por tanto esposo é hijo que se ha tenido que ir a los Estados Unidos, para ser explotado. Exprimido, mal tratado y después denunciado y expulsado. No sin antes ser despojados de “sus vestidos” y de sus pocos dólares ganados en más de diez y seis horas diarias de trabajo para ir a parar a saber que manos. Cuando ya no es útil en “esa tierra de oportunidad.” “En esa tierra de promisión.” “En esa tierra prometida.” Ante la falta de empleo y de oportunidad que aquí abunda, ó porque simplemente tuvo que irse al otro lado para que aquí no lo matara el hambre y la desventura ante la falta de un empleo digno.
¿Qué hacer ante tal crucifixión?
Jesús dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” (Lc 23, 34). Cristo estaba sufriendo, muriendo en esa cruz, sin embargo sigue predicando en medio de dos malhechores; como sin duda alguna estaremos nosotros rodeados siempre de malhechores; máxime si trabajamos en alguna institución, de esas que se prestan para saquear los fondos del estado.
Perdónalos Padre, aunque ellos sí saben lo que hacen: Enriquecimiento ilícito, nepotismo, permisividad, tráfico de influencias, autoritarismo, dobletes debajo de la mesa, compra anticipada de votos, falta de medicamentos en los hospitales, pupitres en las escuelas y verdaderos maestros con vocación de servicio y no holgazanes, que hacen huelga por intereses puramente personales, sin importarles la instrucción de las “pobres y desposeídas” clases sociales. Viajes al exterior de funcionarios públicos con todo y “secretaria” con los gastos pagados con el dinero del pueblo entre un largo etcétera, diputados que se cobran en especie las plazas que han procurado a mujeres deseosas de obtener un empleo acorde a sus necesidades y muchas cosas más que pasan “en la verde Guatemala” que si se escribieran no alcanzaría todo el papel del mundo para hacerlo.
Cristo muere en la cruz, es bajado de la misma y es puesto en los brazos de su Madre que llora desconsolada, como lo hacen todas las madres todos los días ante circunstancias similares. Del nacimiento a la tumba descansa en lugares prestados, primero en un pesebre, después en la tumba que pertenecía a José de Arimatea (Mc 15, 42-46).-
Parece que todo acabo, ¡No! El Apóstol San Pablo a los Corintios les dice: Y si Cristo no ha resucitado, es vana nuestra proclamación, es vana nuestra fe. (1ª. Cor 15, 14). Y Cristo se convierte en el primogénito de todos los muertos (Ap 1, 5), porque el primer día de la semana, muy de mañana, al tercer día de haber sido crucificado resucitó, se aparece a las santas mujeres, caminó con dos de sus discípulos camino de Emaús, les contó sobre El comenzando por Moisés siguiendo por todos los profetas y le reconocieron al partir el pan, después se presentó en medio de ellos, los saludo diciéndoles “la paz este con ustedes” comió con ellos y les abrió la inteligencia para que entendieran la Escritura y después subió al cielo. (Lc 24, 1-52).-
Como los nuevos discípulos del Señor en este tiempo presente, yo en este día quiero exhortarles a que también nosotros al igual que aquellos primeros seguidores de Jesús, le pidamos a El para que abra nuestra inteligencia a fin de que podamos entender estos sagrados misterios y para que nos demos cuenta que Cristo esta vivo, ha resucitado y en estos momentos esta aquí entre nosotros, porque así lo prometió cuando dijo: “porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí, en medio de ellos.” (Mt 18, 20); y, hoy; en medio de nosotros nos saluda diciendo “la paz este con ustedes” (Lc 24, 36), Dense fraternalmente un saludo de paz. Amén.-
Predicó:
José Luis Riveiro Fernández
Ermita de Santo Domingo de Guzmán
Cobán, A.V. Guatemala, C.A.
27 de marzo de 2010